El sufrir un secuestro es una situación desagradable y traumática que puede afectar mucho al bienestar de las personas. Sin embargo, en algunos casos se dan situaciones como el síndrome de Estocolmo o el síndrome de Lima, donde el rapto puede pasar a tener incluso connotaciones de afecto.
¿Qué es el síndrome de Estocolmo?
Consiste en una reacción psicológica en la que una persona víctima de rapto, o sea que ha sido secuestrada y retenida en contra de su voluntado, desarrolla sentimientos afectivos por la persona captora.
Aunque se asocia principalmente con los secuestros, se han identificado casos en una gran variedad de contextos como esclavitud, abuso sexual, miembros de cultos, actos terroristas, violencia de pareja y actividades terroristas.
Entre las emociones relacionadas con el síndrome se encuentra la simpatía, compasión y gratitud. Incluso es posible que la víctima comience a identificarse con su raptor y sienta atracción por él.
Un caso que adquirió cierta fama fue el de Clara Rojas, jefa de campaña de Ingrid Betancourt (candidata presidencial por el Partido Ecologista de Colombia). Ambas fueron secuestradas por las FARC el 23 de febrero de 2002. Clara fue liberada el 10 de enero de 2008. En ese tiempo, sufrió síndrome de Estocolmo y quedó embarazada de uno de los guerrilleros, dando a luz a su hijo Emmanuel.
¿Cómo recibió su nombre el síndrome de Estocolmo?
El término se acuñó por primera vez por Nils Bejerot en 1973. El criminólogo y psiquiatra lo utilizó para describir un paradójico fenómeno de vinculación afectiva que se produjo en el asalto a un banco en Estocolmo, Suecia, entre los captores y sus rehenes.
Desde aquel momento, el término se usa para describir el vínculo psicológico en el que las víctimas establecen una relación positiva con sus captores.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome de Estocolmo?
Entre sus diferentes síntomas se encuentran los siguientes:
- Sentimientos de afecto, respeto o admiración hacia los captores.
- Insomnio.
- Temor y desconfianza.
- Estado de confusión.
- Pesadillas.
- Justificación del comportamiento de los captores.
- Permanencia de sentimientos positivos y benevolentes por los captores.
¿Cuál es el desencadenante del Síndrome de Estocolmo?
Objetivamente, el secuestro es el desencadenante de este síndrome, pues en principio se trata de una situación traumática que influye mucho en quien lo sufre. Hay que entender que cuando las personas son raptadas contra su voluntad, sienten desde un primer momento temor por su vida.
Sin embargo, a medida que transcurre el tiempo y víctima y verdugo desarrollan un vínculo positivo, la víctima comienza a creer que el riesgo de muerte ha dejado de existir. En este sentido, se considera que el síndrome se manifiesta como un mecanismo de supervivencia y defensa.
Puede afectar no solo a los secuestrados, sino también a los secuestradores. No obstante, no se desarrolla en todos los secuestros. Para que el síndrome de Estocolmo se desencadene, es necesario que se cumpla con ciertos requisitos:
- El contacto entre víctima y captor debe ser continuo y directo.
- El secuestrador no debe actuar violentamente.
- La causa del secuestro debe fundamentarse en una ideología, la cual puede ser social, religiosa o política.
- El entorno social de las personas debe ser reducido.
- Al principio, la víctima debe considerar que su vida está en peligro, de manera que con el pasar del tiempo esto cambie y pase a creer que el secuestrador es la única persona capaz de aportar la seguridad que la víctima requiere.
Cómo puede perjudicarnos el síndrome de Estocolmo
Las víctimas pueden experimentar múltiples síntomas negativos:
- Trastornos del sueño.
- Nerviosismo.
- Irritabilidad.
- Sentimientos negativos hacia figuras de autoridad, policía o personas que intenten liberar a la persona de su captor, hasta el punto de actuar para entorpecer el fin del secuestro.
¿Qué es el Síndrome de Estocolmo laboral?
Esta forma del síndrome, como indica su nombre, ocurre en el lugar de trabajo. Se da cuando trabajadores de un ambiente laboral estresante, se sienten identificados con el mismo: no reconocen el mal ambiente que hay en la oficina, tienda, almacén,etc. Incluso cuando las relaciones con sus compañeros, superiores y jefes son claramente disfuncionales
.Este síndrome se puede reconocer por síntomas como la naturalización de la violencia en el área de trabajo y el apego hacia empresas que perjudican a sus empleados de forma física o emocional.
Síndrome de Estocolmo: afecto por el agresor
El afecto por el agresor en este trastorno es considerado como una reacción automática de protección que el instinto de supervivencia se encarga de despertar. Esto se explica con el hecho de que el terror extremo que sufren las víctimas por parte del captor, las deja en un estado de impotencia y sumisión.
Ante la necesidad de encontrar esperanza y seguridad, la mente inconsciente comienza a ignorar los aspectos negativos del captor para empezar a empatizar con él, asumiendo que así la situación traumática desaparecerá.
Para que se dé este afecto, es necesario recurrir a alguna de las siguientes distorsiones cognitivas:
- Minimización.
- Negación.
- Racionalización.
Síndrome de Lima
Este síndrome, que se da en contextos similares al síndrome de Estocolmo, consiste en una reacción psicológica en el secuestrador, que comienza a desarrollar un vínculo emocional y empático por la víctima.
La aparición de este síndrome se relaciona con factores ambientales y condiciones intrapersonales. Asimismo, es considerado uno de los fenómenos neurológicos más raros y complejos.
Las personas que experimentan este síndrome tienen sentimientos de empatía hacia la víctima, por lo que evitan perjudicarla, oprimirla o dañarla. Además, sienten preocupación constante por el estado emocional y físico del secuestrado.
Origen del síndrome de Lima
El nombre de este síndrome se asocia con un incidente ocurrido en Lima, Perú, en 1996. Un grupo de miembros del MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) retuvo contra su voluntad a cientos de personas dentro de la embajada de Japón en la capital peruana.
Varias de las personas retenidas tenían un alto status social debido a que eran figuras destacadas en ámbitos como el diplomático, militar y político. Por tanto, era lógico pensar que se solicitaría mucho dinero como rescate. No obstante, lejos de lo esperado, después de unos días los captores comenzaron a liberar a cada persona una por una, teniendo como única motivación un vínculo de empatía que se creó hacia las víctimas.
Cabe mencionar que también existe otra historia que se relaciona con el origen del síndrome, la cual hace referencia a un psiquiatra que fue secuestrado en Lima. Se dice que usó sus conocimientos sobre el síndrome de Estocolmo para lograr ganarse la simpatía y compasión de su secuestrador.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome de Lima?
No se han realizado muchas investigaciones sobre este síndrome. De hecho, oficialmente no es considerado como un trastorno. No obstante, se ha determinado que sus síntomas son:
- Se evita herir a la víctima.
- Realización de gestos de amabilidad con la persona retenida.
- A la víctima se le ofrecen ciertas libertades, hasta el punto de que es posible liberarla por completo.
- Preocupación por el bienestar emocional y físico del secuestrado.
- Fomento de conversación con la víctima para acercarse a él o ella. Incluso es posible que el captor comparta experiencias y datos personales.
- Promesas de protección o no hacer daño a la víctima.
- Percepción personal de que es protector y cuidador de la persona retenida.
- Esfuerzo por mejorar las condiciones de vida del secuestrado.
- Ocasionalmente, el captor puede sentir atracción por la víctima.
Posibles causas del síndrome
Se considera que este síndrome es causado por la interacción entre las condiciones ambientales del secuestro y las características internas del secuestrador.
Puede ocurrir que la persona forme parte de un grupo o banda que, encargada de organizar el secuestro, pero no estar de acuerdo con la ejecución del mismo y lo perpetra solo por pertenecer al grupo o por presión grupal. En ciertos casos, el desacuerdo puede darse no hacia el secuestro en sí, sino al método usado para ejecutarlo.
También podría desencadenarse porque la motivación del secuestro es solo una necesidad extrema por parte del secuestrador, por ejemplo, una difícil situación económica. Por tanto, premeditadamente podría no querer dañar a las víctimas, sino que las usa solo como un medio para lograr algo.
Otra razón podría deberse a que el captor desarrolle sentimientos de culpabilidad que podrían llevarle a cuestionar sus propios actos. Como resultado, encontraría en la preocupación por el bienestar del retenido una forma de redención.
En ciertas circunstancias, al tener la creencia de que será imposible salir del secuestro con vida o que no será posible retener a la víctima por demasiado tiempo, se decide que lo más conveniente es liberarla.
Los secuestradores que no han realizado más actos delictivos en el pasado pueden tener una capacidad empática muy alta, lo que también podría desencadenar el síndrome de Lima.
Por último, es posible que el secuestrador haya tenido como móvil del secuestro sentimientos previos de atracción o enamoramiento. Por ello, tiene sentimientos que motivan a preocuparse por el bienestar de la persona cautiva, llegando incluso a desear agradarle y seducirla.
Conclusiones Síndrome de Estocolmo y Lima
El síndrome de Estocolmo y el síndrome de Lima son fenómenos psicológicos bastante extraños. El primero ocurre como respuesta del instinto de supervivencia y el segundo como una reacción entre las características del captor y el contexto ambiental.
Cuando se presentan, pueden tener un gran peso en la forma en que se desarrollan las situaciones en que una persona es retenida contra su voluntad. Es importante reconocer las razones por las que aparecen estos síndromes para comprender por qué no se trata de vínculos afectivos normales.
Referencias bibliográficas
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